
El martes dieron inicio los Foro de Escucha para la Pacificación Nacional y con ellos lo que parece ser la condicionante para la pacificación que pretende iniciar el presidente electo Andrés Manuel López Obrador: «sí, estoy a favor del perdón […] olvido no, perdón sí.» Lo que sin duda ha generado una serie de reacciones de parte de víctimas; «Perdón no, justicia sí.»
Perdonar no es otra cosa que disculpar a alguien que nos ha ofendido para ya no tener en cuenta la ofensa que nos realizó –sin olvidar dicha ofensa– y quitarle la responsabilidad por sus actos cometidos y con ello renunciar al proceso de sanción.
Para que el perdón se pueda presentar debe existir una ofensa contra alguien que se sabe ofendido por ello, seguida de que el agresor cambie de actitud hacía la víctima como consecuencia del remordimiento que siente por los impactos que su agresión le causó, teniendo como resultado el reconocimiento de sus actos, un real arrepentimiento así como la compensación a la víctima.
No es sencillo perdonar en una cultura en la que nos han acostumbrado a castigar a toda persona que nos genera una ofensa. No es sencillo cuando el agresor, la persona que desapareció a tu familiar, goza de la felicidad que nos fue arrebatada y cuando puede esperar un perdón sin realizar ninguna compensación.
El perdón es una facultad personal. Todas las personas procesamos el dolor de forma diferente y llegamos o no a tener las fuerzas para perdonar. En ese sentido, al ser el perdón algo personal, cuando López Obrador nos pide perdonar, es decir, que tomemos una decisión personal sobre una ofensa, mi respuesta es: Si nos piden perdón, que nos den justicia, y justicia es: encontrar a nuestros desaparecidos.
Ciertamente no hay punto de comparación pues la petición del presidente electo es una invasión a nuestra esfera personal mientras que nuestra exigencia es una responsabilidad constitucional del gobierno de México, que hoy sigue incumplida. Pero esa responsabilidad es mayor cuando las personas al frente del gobierno dicen que trasformarán al país, que se dicen diferentes de otras y que, según dicen, reivindican las exigencias del pueblo.
Como lo mencionó Alfonso Durazo en la inauguración del Foro en Torreón, Coahuila: Proponemos el perdón con el objetivo de rescatar la tranquilidad interior. Algunos de esos perdones podrían tener consecuencias jurídicas pero nunca para crímenes violentos y violaciones a derechos humanos.
La tranquilidad interna la podemos conseguir y no necesitamos que el Estado agote sus esfuerzos en eso, urgimos que el Estado utilice todos los recursos para que encuentren a nuestros familiares desaparecidos y que sanciones a las personas responsables. No queremos que siga perdiendo el tiempo.
No podemos perdonar, no podemos olvidar, no podemos reconciliarnos mientras nuestros familiares sigan desaparecidos, les debemos la dignidad de nuestra lucha, la fuerza de nuestra rabia, la persistencia de nuestras acciones, les debemos y nos debemos encontrarles y traerles de regreso a casa.