La negrura no logró ser suficiente para oscurecer la noche pues en lo alto del cielo iluminaba la luz de la luna y me pregunto por qué la luna me acompaña esta noche en la que su luz hace reflejar mi sombra en el polvoso suelo, pero es un suelo que se ve borroso pues el viento, que golpea fuertemente, levanta el polvo en el que se refleja mi sombra.
Prefiero cerrar los ojos en un intento de abstraerme por un momento de la realidad que intento vivir, pero el viento sopla con demasiada fuerza y pasión, susurra algo, parece que llora, se lamenta de algo que no logro comprender.
¿Cuál es el pesar de viento que cada vez está más violento y se vuelve más frío? El Frío viento me hace prisionero.
El frío viento intenta darme un mensaje que no logro comprender o quizás no lo quiero entender por lo lastimera de su voz pues me provoca miedo escucharle.
Cierro con más fuerza mis ojos intentando/evitando estar aquí, con lo contradictorio del acto, en la negrura y bajo la luz de la luna, atormentado por el frío viento..
Su voz ya no es un susurro, se volvió clara para poder oír su mensaje, me dice que debo de continuar con mi camino para así poder encontrar consuelo para mi pena y para que tu dolor desaparezca.
Aquí está mi corazón encarcelado,, prisionero del frío viento que me obliga a seguir con mi camino con la fiel promesa de encontrar consuelo para mi pena ¿pero cómo mi pena podrá conseguir consuelo lejos de ti? Si estando cerca de ti es donde lo puedo conseguir.
Sin embargo, si tu dolor desaparece si sigo con mi camino, te hago la promesa de que antes de que en el horizonte se pose el sol y que los rayos del sol acaricie tu rostro, mi corazón para ti será, nuestro amor sincero, aunque lejos me encuentre, no podrá ser destruido.
El viento que sopla en todas direcciones y todo lo sabe, sabe que es verdadera mi promesa y que aunque siga con mi camino, mi corazón viendo tu rostro siempre estará.
Compasión le pido al sol para que en el último momento de mi vida me permita que cuando los rayos del sol acaricie tu rostro sean mis manos las que lo hagan y así poder recibir con resignación la muerte.